El segundo gran diluvio y entrevista al desnudo (IV)

By , 27 enero, 2010

(empieza la historia completa aquí)

La chica de RRHH (bueno, vale ya de llamarle chica, que pasaba de 32 tacos) me dijo que cerca había una tienda de camisas, que podía comprar algo para estar presentable ante el psicólogo.
Bajé (si, con la rebequita de punto, que no se os olvide) y fuí a la tienda que decían. Por cierto, fuera hacía un sol de justicia.
Ups, estaba cerrada. Eso sí: MENOS MAL!!!! La tía pija me había mandado a una tienda pichi. Estamos hablando de camisas de 50€ para alguien que buscaba su primer trabajo.
Estuve mirando y no vi ninguna tienda. Lo único que vi, fue un DIA. Pensé que lo mismo vendían allí camisas (obviamente, de las malas). Pero no.
Lo único que vendían para taparme eran sudaderas. De 6 euros (aún no se cumplía el año de la implementación del euro). La compré y me la puse. ¡¡¡Ya no estaba desnudo!!! ¡¡¡Tenía una sudadera de 6€!!!
Y me fuí tan contento a realizar la entrevista. Os lo creáis o no, aún tenía esperanzas en que me cogieran en la empresa.
Subí arriba y me encontré con un compañero de la facultad. Ahí me di cuenta del aspecto REAL que yo presentaba.
Él estaba impecable, con camisita blanca, chaqueta, corbata y unos zapatos que deslumbraban de brillantes.
Yo estaba con el pelo asqueroso, revuelto y pegado, unos zapatos mojados y deformados, pantalones llenos de barro y mi impagable sudadera del DIA.
Ahí por primera vez me empecé a plantear que la entrevista no iba bien.
Ya me arrepentía de no haber aplazado la entrevista, solo tenía ganas de pegarme una ducha y estar durmiendo hasta el día siguiente.

Y entonces, ví algo que cambió radicalmente el curso de toda la historia.

Asumí algo que sería un clásico a partir de entonces en muchas de mis entrevistas: asumí que hay miles de empresas. Que cierran muchísimas y se crean muchísimas más, y que aunque la vida da muchas vueltas, si me dejaba joder en la entrevista, me joderían vivo en el trabajo posterior.
En mi próximo post cierro (por fín) la historia y os cuento por qué entré afilando el machete a la última entrevista con el psicólogo. La sangre salpicó las paredes.

PD: Mañana publico la foto de LA MÍTICA SUDADERA que 7 años después AÚN CONSERVO!!!!

Continúa aquí

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