Triste estancia en Soluziona (II, el contrato)


Una cárnica de triste nombre me llevó al cliente para que me hiciesen una entrevista. Si les valía, me subcontrataban para entrar a trabajar allí.
Así que iba a trabajar a la vez para tres empresas:

  • La empresa cárnica que me subcontrataba
  • Soluziona que eran los que hacían el proyecto
  • Amena, que era para quien era el proyecto.

Os conté lo absurda que fue la entrevista en que me cogieron.
También os conté lo penoso que fue mi paso por Soluziona y lo mal que lo pasé.
Hoy toca hablar de cómo fue la duración, las condiciones y los contratos leoninos que por lo general se hacen en este mundillo.

Cuando me contrataron en la carnica para que fuese al cliente (Soluziona) me dijeron que sería para 3 meses pero que luego me reincorporaría a la empresa para buscarme otro cliente.

Además, me pagarían los desplazamientos eventuales a tres cantos. Obviamente, en transporte público. Yo tenía bono, pero si me pagaban 5€ de billete de ida y vuelta, no me iba a quejar.

Mi «maravilloso» jefe en Soluziona (ver anterior post) me dijo que iba a estar un mes allí. Llamé a mi empresa:


-Oye, que me dicen aquí que voy a estar solo un mes
-No, no, van a ser 3 meses, tranquilo.

A una semana del fin del proyecto, volví a  llamar a mi empresa el lunes:
-Oye, que me han dicho que el viernes es mi último día, definitivamente.
-No, tranquilo. Es que no se enteran. Luego te van a reubicar

Al final, me llamaron elos a mí el jueves:
-Bueno, supongo que sabrás la noticia. Mañana se acaba tu estancia allí, así que también se acaba tu contrato con nosotros. Pásate el lunes para el finiquito.

Tras esto, espero que entendáis mi asco a las consultoras y sus comerciales.

El epílogo llegó el jueves, cuando fui al finiquito.
Pregunté por los tres días que había ido a tres cantos (puede parecer cutre, pero si me sueltan 15€ me daba para unas cervecillas, que recuerdo que me iba al paro).
Me dijeron que si no tenía los billetes de tren de esos días no podía ser.
Obviamente no fui guardando billetes ni leches. Me dio un poco igual, así que no le di importancia.

Lo gracioso es cuando me intentan hacer el lío:
-A ver. En un principio se te dijo que ibas a cobrar el equivalente a prorratear 14 pagas anuales pero al final te prorrateamos 12. Así que en el finiquito, cuando te tenemos que pagar el equivalente de la extra, te debemos descontar lo que te habíamos pagado de más.
-¿Qué me estás diciendo exáctamente?
-Que tenemos que pagarte 30€ menos en el finiquito. Vamos, no te los quitamos, es que ya te los hemos pagado.
La chica era joven y muy maja. Yo sé que esa decisión no la había tomado ella. Tomé aire unos segundos y le solté esto:
-Quiero que sepas que esto no te lo digo a tí. Te lo digo para que se lo cuentes a tu jefa, que es quien firmó el contrato conmigo. Me habéis MENTIDO diciendo que iba a estar 3 meses cuando he estado un mes. Me despedís en cuanto no tengo trabajo sin la decencia de avisarme antes, pese a que ya sabíais que iba a ir a la calle. Me decís que no me pagáis el transporte pese a que me dijisteis que lo íbais a hacer… ¿y ahora por 5000 pesetas de mierda estáis haciendo trapicheos? Dile a tu jefa que me quite los 30€, que no los quiero. Pero dile que estoy sintiendo vergüenza ajena ante lo que estoy viendo. Confío que la próxima empresa a la que vaya no me vaya a encontrar con algo tan increiblemente cutre.

Ella se quedó alucinada. Se levantó y me dijo que volvía en un momento.

Cuando volvió con el finiquito, me incluyeron los gastos de transporte y no me quitaron los 30€ que decían.

Cuando salí del sitio, un edificio nuevo y bonito, en avenida de Brasil, pensé que si ese era el futuro que me esperaba, iba listo.

Por suerte (y a veces por desgracia), encontré de todo en los siguientes trabajos.
Ya os los iré contando 😉


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